Locos que se animan a leerme

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Reflexión

Hoy, navegando por AQUI, me puse a pensar seriamente en la muerte, y en cómo todos lo encaramos de formas diferentes.

El 6 de Noviembre, se fue de éste mundo una persona adorada por mí. Nuestros lazos sanguíneos no eran tan directos, pero el amor y la admiración que nos teníamos, era más fuerte que cualquier lazo.

Esa persona, luchó contra el cáncer por más de 6 años. El último año y medio se sometió a diversas operaciones, quimioterapias que lo dejaron pesando 50 kilos (un hombre que habitualmente, pesaba el doble).

Fue tal su lucha, tal sus ganas de vivir, que los médicos no comprendían cómo, a pesar de todo, seguía vivo.

Hablando con su esposa, un mujer con temple de acero, que hizo TODO lo humanamente posible para cuidarlo, y que lo acompañó hasta su último suspiro, llegamos a la conclusión que era un hombre tan pero TAN íntegro, que quería seguir viviendo, sólo para no dejar a su familia sola.

Se fue de éste mundo en su casa, en su cama, con su mujer al lado, sus hijos y sus nietos rodeandolo, besándolo, y diciendole lo mucho que lo amaban. Se fue como merecía, y se fue en paz. Porque gracias a la medicina y a gente bondadosa, pudieron ayudarlo a sentir menos dolor, y sobre todo, a no darse cuenta que se iba.

Yo casí no lo pude llorar. Porque él odiaba los duelos eternos.  Odiaba el culto a la muerte. Odiaba la iglesia como institución, pero sí creía y se aferraba a Dios. Su epitafio lo pinta de cuerpo entero "Más allá de la muerte..."  Eso es lo ÚNICO que pidió.

Durante días me la pasé recordándolo en fotos, anécdotas. Todas divertidas, ácidas, íntegras. Como él.

Hoy, llegué a la oficina y mientras aprontaba el mate, me encontré con un batidor de café con leche que él me regaló en una de sus tantas visitas a Uruguay.  Y me largué a llorar como una marrana.

Lloré de dolor. Me di cuenta que ya no iba a volver a sentir sus abrazos, que ya no iba a escuchar su voz, sus quejas, sus ocurrencias.  Terminé por darme cuenta que ya no está físicamente. Y eso duele, duele mucho.

Y también me di cuenta que debo ser menos dura con la gente que hace un culto a la muerte. Que guarda duelo por días, semanas.  Porque el dolor por la pérdida definitiva de alguien, no tiene desperdicio alguno.

Perdoname, Eduardo.  Hoy te extraño tanto que duele.

Te voy a recordar SIEMPRE, siempre.






PD: Se que ésto no tiene nada que ver con lo que aquí se escribe habitualmente.  Pero era algo que NECESITABA decir.
Sepan disculpar.
(Va sin filtro y sin corregir)

viernes, 3 de diciembre de 2010

Acoso

A las 8 am, luego de haber dormido nada, y con la cabeza hecha un bombo (por los golpes recibidos) sonó el teléfono de mi casa.

Era mi madre, hecha una loca (siempre dramatizó bastante), diciendo que había recibido una llamada de Laura, contándole la "clase de persona" que era su hija.  A las 8.30 am, llamó mi abuela, menos dramática, pero advirtiéndome que Laura estaba llamando a toda la familia.

Suena raro, si bien yo tenía 23 años, vivía sola, sin ayuda económica de nadie, y era, por decirlo de alguna forma, dueña de mi vida.  Por eso, no entendía la campaña de Laura.  ¿Campaña de desprestigio?  ¿Buscaba que mi familia me "retara"?

Francamente no lo se.  El colmo, fue unos días más tarde.  La empresa para la que yo trabajaba, organizaba una fiesta de fin de año, con empleados, clientes y proveedores, en un sitio muy "top" de Montevideo. El acceso era restringido, sólo por invitación.

Como adjunta a gerencia de la empresa, conseguí mi invitación, y algunas más.  Así que Ricardo fue conmigo, y también invité a una pareja de amigos.  Era la primera aparición en público con Ricardo (aunque la pareja que nos acompañaba ya sabía de lo nuestro).

A las dos horas de llegar a la fiesta, mientras estaba bailando, divirtiéndome, súper relajada, veo a 10 metros a Laura.  Laura y mi ex novio.  Ambos con cara de pocos amigos, mirándonos fijamente.

Ahí confirmé que la cosa iba a ser más brava de lo que suponía.  ¿Cómo habían conseguido entrar?  ¿Qué hacían los dos ex juntos?  Entiendan, no estaban juntos en el sentido de pareja. Estaban juntos acechándonos.  Juntos mirándonos con cara de "te voy a joder lo más que pueda".

Fue increíble. Sentí miedo por primera vez hacia Laura.  Logré zafar de mis compromisos laborales, y terminé escabulliendo como rata por tirante con Ricardo y nuestra pareja de amigos.

Sí, escabulliéndome  de una fiesta que yo misma organicé.  Escabulliéndome con miedo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Y la mentira llegó a su fin

Laura estaba como loca. Gritaba, lloraba. Creo que hasta se quedó con un mechón de pelo mío.
Pedía explicaciones, pero a su vez, no nos dejaba hablar.

Yo estaba literalmente MUDA.  No sabía qué decirle. Sentía vergüenza.  Vergüenza por haber traicionado su confianza. Pero sobre todo, vergüenza por sentir lo que sentía: No me importaba nada. Yo estaba enamorada de Ricardo. Todo, absolutamente todo en él me fascinaba, me encantaba... literalmente.

Estuvimos algo así como una hora, los tres, fuera del auto, "hablando", discutiendo, intentando hilvanar alguna explicación.

No la había, por eso todo se hacía cada vez más difícil.

A eso de las 3 AM, Laura decidió que la tortura había sido suficiente, subió a un auto (que yo en ese momento no sabía de quién era) y se fue.

Ricardo y yo estuvimos sentados en su coche por una hora más.  Sin poder articular palabra alguna.  Con un raro sentimiento de culpa y libertad.

Falsa libertad, no sabíamos la que se nos venía después. No imaginabamos que el resentimiento de Laura no tenía límites.

A partir de ese día, NADA iba a ser como antes.  Pasaría mucho tiempo antes de poder dormir tranquila.